domingo, agosto 26, 2007

Día 13: Volveré a La Habana, pero...

Ultimo día. Son las once de la mañana, a las 6 en el aeropuerto, a las 9 sale mi vuelo. Me encuentro a Coco, el cafisho que estuve evitando porque me venía mangueando lo que tuviera. Lo vuelve a hacer y le digo que anoche le di todo a una mina a la que ni siquiera me cogí. “Los hombres somos así,” dice, “Todo por las mujeres.” Llora que vive en la calle. No le creo y dice: “Esa mujer se ha llevado lo que no es de ella.” Le digo que Guevara le daba sus remedios para el asma a los prisioneros. No debió haberlo citado tanto, no a mí por lo menos. Pienso que algo debe querer decir si esquivé a este tipo todo lo que pude y me lo encuentro en mi último día, una señal.
Dos cuadras más allá, en el mismo barcito que la vi la primera vez, me encuentro con Yanelle, la jineterita cara. Me siento un rato con ella que acaba de desayunar una cazuela de salchichas y una gaseosa de naranja. Me da ganas de vomitar. Hace unos días que ando con un revoltijo en el estomago y casi no necesito comer. Creo que baje unos dos kilos. La Habana es diet. Le pregunto donde está Jani, su amiga, y me dice que no es su amiga, que la conoció ese día en que las invite a comer. Joder, la red que digo, se asocian por un rato para sacarle guita a alguien. Busqué a esta chica en un par de ocasiones, o desee encontrármela, o pensé en ella. Me pregunto si quiere decir algo el hecho de encontrármela ahora. Si tuviera plata encima me la cojo, pero no. Le regalo todos los forros que llevo encima. Me doy cuenta que de alguna forma voy a estar dentro de ella, pero lo nuestro es platónico y nos despedimos.

Françoise no puede creer mi historia de la noche anterior, “Todo indicaba que estaba con vos!” Lo hago acompañarme a una escuela a dos cuadras de mi casa para dejar unas cosas, útiles y eso. La directora, una negra corpulenta, nos hace el tour a regañadientes. Deben tener los huevos llenos de turistas que les piden un tour, están laburando al fin y al cabo. Le doy la pila de cosas que había llevado y ni las gracias. Supongo que ya no necesitan como antes.

Damos la última vuelta por la Habana Vieja y filmo el Banco Nacional del que fue presidente Guevara ya que no pude en la semana. Un policía me lo impidió.
Paso por el hotel de Emily, ella esta en Varadero, y le dejo una patética nota con mi email y “por las dudas” le recomiendo que lea, “Che Guevara: A Revolutionary Life, de Jon Lee Anderson.”
Volvemos por el Malecón, todo tiene un sabor a última vez atroz. Es un día lindo, por supuesto, ya que no tengo tiempo de ir a la playa. Nos encontramos con Coco, de nuevo, y esto definitivamente es una señal. Está sentado en el malecón pescando con otros tipos, y junto a él tiene un par de pescaditos de mierda. ¿Este tipo vive en la calle de verdad? Nada se entiende en La Habana, nada es verdad y nada es mentira. ¿Lo ocultó para no reconocer que había ido de traficante en Miami juntando cientos de miles de dólares a pescar para comer en su Habana natal y pidiendo remeras a los turistas? Me vuelve a pedir algo y le doy las alpargatas y la remera que tengo puestas y tres dólares.

Con F nos sentamos a comer en el patio del barcito de la equina de mi casa nuestro último sándwich de jamón y queso. Ando descalzo y en cueros, y un pibe que me tiene junado del barrio me dice que ya parezco un cubano. Humm, me pregunto si también hay algo en esa frase.
Françoise me cuenta que la noche anterior comió acá, mientras yo perdía el tiempo con la yanqui, y que, no había entendido muy bien ya que su español es muy pobre, pero el cajero había hecho un comentario del tipo, “Mira este turista viene a comer barato acá, que miserable.” Fue como si me lo hubieran hecho a mi, porque no me dijeron eso pero si me miraron queriendo decirlo. Quería entrar y cagar a trompadas a alguien. Al pobre Françoise La Habana se lo comió vivo desde los 150 que le estafaron y su tarjeta inservible, pero siempre tuvo una actitud mucho mas positiva que la mía.
Llega de nuevo Coco con una bolsita con pan agua y alguna otra cosa que debe haber comprado con los 3 dólares que le di. Me vuelva a manguear algo. Voy a casa a buscar algunas cosas. Por supuesto, no me da las gracias. Como si le devolviera algo que es suyo. Me da una dirección para que le escriba en un papelito con una de las más hermosas letras manuscritas que he visto, no se condice con su prontuario. Yo le di una falsa y no le escribí. Quizás deba.

Última cerveza en el Malecón. Está caluroso y pesado como el día que llegué. Bromas pesadas del guionista. F me dice que cree que mañana o pasado se va a ir a Varadero, por lo menos para ver bien la playa antes de volverse a casa. Suerte, my man.
Me despido de Lourdes y de su hija que estaban en la casa. Le dejo algunas cosas también, y tampoco, ni la gracias. No se que onda. Arrogancia es la una palabra que se me ocurre.

Françoise me ayuda a cargar la mochila al taxi y nos despedimos como viejos amigos. Damos por sentado que nos vamos a volver a encontrar.

Mis últimas reflexiones son en el largo viaje en taxi al aeropuerto, y de por si no llego a ninguna conclusión. Estuve medio en trance y no quiero irme realmente. El chofer me recomiendo un autor del que no recuerdo el nombre, Vaca algo? En el vuelo quede sentado con una pareja que vuelve de su luna de miel, Gustavo y Marcela. Son de Villa Constitución, mi ciudad natal, y viven en rosario a 5 cuadras de mi casa. Cuales son las posibilidades de que en un avión con 300 pasajeros nos sentemos juntos solo el Guionista lo sabe. Él se acordaba de mí del transfer Rosario-Ezeiza, dos semanas atrás.

Hoy 26 de agosto escribo esto, más de dos meses después de haber vuelto, y no termino de entender el viaje. Quizás no haya nada que entender. Mi parte mas intima tiene algunas cosas mas claras, pero Cuba es casi inexpugnable a la comprensión. “Nosotros tampoco lo entendemos,” me dijeron varias veces, “Aca las cosas son así.”
Fui buscando una tierra revolucionaria y encontré una jinetera, pero esa es la superficie brillante y obvia. Paralela a esa están las multitudes que esperan el colectivo, la guagua, al parecer eternamente, y va a trabajar todos los días a trabajos mal pagos. Bienvenidos a Latinoamérica.

En La Habana todo el que se te acerca es un vampiro y el resto ni te mira, como si fueras invisible. Mi responsabilidad esta en no haber tratado mas. No haber obligado a la gente a hablar ni haberme obligado a mí a hacerlo. La próxima vez será. Me deje llevar, me abrumó una cosa pasivo agresiva que hay con el turista, visto como otro conquistador, otro saqueador extranjero que es mas mimado por el estado que sus propios hijos que no tienen dólares par ser queridos lo suficiente. Me quede corto con mis preguntas, al flaco de punta en blanco y lentes de sol a la noche en el bar del Vedado, o a los propios guardias de seguridad que cobran lo mismo que las jineteras por no hacer nada, o a la jinetera que bailaba en el viejo negro o las chicas en la puerta de Las Vegas, o la misma Lourdes, o a sus hijas. La sensación de que me iban a mentir era tan fuerte que ni me daban ganas de preguntar nada, y el canijo quizás hubiera sido una buena opción, pero no volví al Sevilla.
Tengo una gran responsabilidad en volver a Cuba (La Habana no es cuba me dijo un italiano) a buscar las pequeñas revoluciones. Las caseras, las privadas o individuales. Sinceramente no creo que las encuentre. Los mas viejos que “están listos para agarrar los fusiles” no saben que la invasión imperialista ya tiene un pie en a puerta y lo esta haciendo de una hombre a la vez. No hay hummers, ni blackhawks, ni cien mil infantes. Las armas son VH1 y Daddy Yankee y los soldados invasores se gestan en la misma Habana cuando pagan lo que no tienen para comprar DVDs, Adidas y entradas a boliches de 15 dólares. Nadie quiere pelear ahi. Quieren Mc Donalds y VIllage Cinemas. Quieren Avant Premieres y estrellas de Hollywood en la alfombra roja del Habana Libre. Quieren lo mismo que yo, quieren recitales de Madonna y Coldplay. Quieren Vanity Fair y Starbucks y Mp3s. Quieren banda ancha para bajarse el último capitulo de Lost. Está todo listo para que una delicada transición convierta a Cuba en el prostíbulo de América de nuevo. Para que se convierta en Latinoamérica y deje de ser es isla de 1000 kilómetros de largo que vive en otra dimensión desde hace 15 años cuando se la URSS y Fidel resistió como un hombre sosteniendo el mundo que empujaba contra sus espaldas.
El día de mi vuelo de vuelta, o esa noche, no se, murió su cuñada, la esposa de Raúl. Poco a poco el universo sigue girando y arrastra a Cuba con él.

Solo queda esperar que Cuba se convierta en una mezcla entre Cuba misma y Miami y no en Argentina o Haiti. Que la famosa educación cubana no haya entrado por una oreja y salido por la otra. Que se olviden de la carne de res y los cayos de los que no pueden disponer. Nadie puede pagarlos igual, muy poca gente en el mundo y solo en ocasiones especiales veranea en los destinos turísticos de su propio país. Están con el problema de “Para muestra sobra un botón.” En este caso el botón no les deja ver el traje. Ven turistas ricos y se creen que el resto del mundo es así. Creen que todo el mundo va a Cuba a cogerse sus mejores mujeres, bañarse en los cayos y fumarse sus habanos. No tienen ni idea de que la mayoría de la gente rara vez deja su ciudad natal y mucho menos visita el caribe.

Como dije no termino de entender que me pasó a lo largo del viaje. Las palabras que más repito en este diario son “jinetera” y “Guevara,” eso solo indica que hay un cortocircuito en mi mente.

Es un viaje en el que todo lo que podía salir mal salió mal, pero al mismo tiempo, no quiero que haya sido de otra forma. No hubiera visto lo que vi y no hubiera conocido a la gente que conocí. Casi nada de lo que tenia planeado puede hacer, pero estoy en contacto con Joan y Rosa, Françoise y Fernando, y es mucho más de lo que esperaba de Cuba, país que, tarde o temprano, volverá a ver mi pie invasor pisarlo de nuevo.

miércoles, agosto 22, 2007

Día 12: The Beatch


Françoise se queda dormido y llegamos a la playa a la 1 y para las 2 ya llueve. Perfecto. Este es mi debut y despedida con el Mar Caribe, aunque técnicamente, La Habana da al Atlántico. Todo lo que pueda salir mal, saldrá mal; ese es el leit motiv del viaje, ¿por que iba a cambiar un día antes de volverme a Argentina? Abajo de un chiringuito, tratando de esquivar las gotas heladas comimos el mejor brochet de cerdo del mundo. A esta altura ya debo haber bajado 2 kilos y todo lo que como mierda, así que cuando nos salimos del menú usual todo nos parece un manjar.
Ya en La Habana comprobamos que la lluvia es un diluvio. Françoise no lo puede creer pero le digo que en Rosario he visto peores. No le entra en la cabeza que el agua llega de cordón a cordón en las calles. Le digo, Bienvenido a Latinoamérica.
Vamos al Hotel Nacional. El Bar da a un parque hermoso que da al Atlántico, ahora invisible por la lluvia. Hay todo un entorno medio palaciego ya que es una construcción de lujo de los 20’s y tenemos onda, “Hoy es mi “Ultima noche.” La mía, F se va en cuatro días. El bar, como dije en alguno de los primeros capítulos, rodea el parque y todos son unos livings con sillones muy cómodos. Nos sentamos en uno y nos clavamos unos cafes con leche. Françoise dice, “Parece que estamos en una película de James Bond.”



A todo esto, apenas llegamos, noto que una turista sentada en otro de los livings me mira. Son todas turistas o jineteras carísimas. Esta es una turista de unos 35, lee su libro o escribe algo o saca unas fotos y durante todo el tiempo, cada tanto, me mira. Así por como hora y media.
F me insiste conque vaya a hablarle. Pienso si será que después de dos semanas en Cuba me cojo una turista y no una cubana. Anyway, eventualmente paga y pasa por delante de nosotros para irse, la llamo “Señorita!”
Si? “Hola, ¿hablás español?” Poco. “English?” Yes. “Where are you from?” Paris. “Oh! He’s from Paris too!” digo yo señalando a F, y a ella parece no importarle. La invito a sentarse. Es pálida y de pelo castaño oscuro y bucles con unas pecas en la cara. Le pregunto por qué habla tan bien el inglés y me dice que vivió en “America.” Es separada y vive en Paris desde hace 15 años. Debe tener unos 35 y se llama Emily. Le digo que no suena muy francés. Emilí, dice ella. Me pregunta mi nombre. Es periodista de modas para Vanity Fair y todo eso. Una pavada. Se acaba de comprar un piso, “Donde?” pregunta Françoise. En el distrito 11, dice ella. Françoise me había explicado que París esta organizada por distritos que van desde el 1 en el centro de la ciudad hasta no se cual, y que se abren en espiral hacia las afueras, creo que F vive en el 20 o algo asi. Supongo que el 11 debe ser bastante céntrico y por lo tanto caro en una ciudad de por si cara como París. Dice que viaja 3 o mas veces al año, a veces por trabajo, siempre sola y le gusta así. Por lo que dice conoce todo el mundo, mal. Vino a Cuba a Hacer tiempo, en unos días tiene el casamiento de su hermana que vine en Cozumel con un mejicano. El guionista de la película es un genio. Dice que se va a ver el restaurante del hotel a ver si esta bueno. Apenas se va Françoise me dice desesperado. “El Barrio en el que compro su departamento es lo mas caro de Paris y es el barrio de moda de los snobs. Esta chica tiene muchísima plata! Su familia debe tenerla! Pero muchísima! Y está con vos, en Francia hay ciertas costumbres muy estrictas, por ejemplo cuando te preguntó el nombre y no me lo preguntó a mí, eso me dio la pauta de que esta enfocadísima en vos.” Es cierto, creo que solo miró a Françoise para lo mínimo indispensable y no me sacó los ojos de encima.


Emily vuelve diciendo que no le gusta el restaurante y que va a ir a otro. “Te molesta que te acompañemos?” le digo. No, dice ella. “Yo me voy a mandar un email a casa,” dice Françoise en una rápida jugada. Yo me la empiezo a coger con la mente. Mi guionista es un genio. Un Charlie Kaufman o algo así. Después de no haber cogido en dos semanas una turista está perfecto y cierra con mi deseo de no saquear las reservas naturales de la empobrecida Cuba.
En la puerta del Nacional tomamos un taxi Mercedez Benz negro como los de las películas de James Bond. “Vamos a un restaurante muy lindo que esta cerca de mi hotel,” dice. Perfecto, ya esta cogida.
El restaurante es muy romántico y está en la plaza de la catedral, toda iluminada con luces naranja. No había venido a la Habana Vieja de noche. Es hermosa aunque no hay mucha gente por la calle.

Yo no como, son las 8 de la noche, así que me pido un mojito y ella un par de platos. Me entere que vive en Paris desde hace 15 años pero nació en California. Es una de esas yanquis que ansían ser parisinas, como Carrie, de Sex & the City. Mi historia mejora a pasos agigantados. Me voy a coger una yanqui en La Habana. Guevara me mira orgulloso desde el Cosmos. Le hago una disertación sobre el Che que escucha muy interesada y algo mágico: la banda del restaurante toca Tu Cálida Presencia, que quiero escuchar desde el primer día y no se dió. Esto es una señal. Quiero apretar las clavijas porque ya me dijo que mañana tiene que madrugar para irse a Varadero y yo quedé con Dari que le llevaba las cosas al bar de su tía, que aunque ya es tarde pero ella se debe quedar por ahí, igual vive cerca. Damos unas vueltas por la zona. Cuando estamos por llegar a su hotel dice, “Yo me voy a comprar una botella de agua para mañana, vos podes tomarte un taxi allá,” mientras señala el Capitolio a tres cuadras más adelante. What?! “Ah... oh, ok, creí que podría subir un rato...” digo. Se que su decisión está tomada quizás desde hace rato. Dijo, “No, mañana tengo que levantarme temprano, blabla, Varadero, blabla.” Le digo “Please to meet you,” y nos besamos para despedirnos.

Tendría que haberla agarrado y besado? Si. Era una conchuda? También, y probablemente sea lo que sea que hubiera hecho no habría servido de nada. El Imperialismo gana otra batalla contra de los oprimidos. Me fui puteando al Guionista. Nunca me jugó una tan buena, o tan mala, como esta. Me sirvió una bandeja única: Cogerme una americana de guita en La Habana. No hay una situación mas perfecta para fin de la película. No la abra nunca. Y si bien el final coherente es el que tiene, me cagó la historia para contársela a los muchachos. Fuck.

A todo esto había quedado con Dari para darle las cosas, así que me tomo un taxi hasta mi casa, junto las cosas y vuelvo hasta el Oasis, donde había quedado, sobre el Paseo Prado, a tres cuadras del Capitolio (pero en otra dirección). Ironía del guionista? Por supuesto, el hijo de puta...
Dari no está y tengo que ahuyentar a un gordo manguero que se me sienta en la mesa, y como “es su cumpleaños” quiere que le de algo de la bolsa si o si. Si no fuera La Habana no me haría el macho como con este tipo, me lleva una cabeza y 40 kilos. Como al petiso del primer día en el Malecón lo miro a los ojos y solo le digo, “No,” a su interminable insistencia.
Se me acerca una mujer, es la tía de Dari, me dice que estuvo pero ya se fue pero va a ver si la encuentra en la casa.
Ya desfallezco del hambre pero no hay nada que comer en el restaurante, son las 11 de la noche, así que me tomo una cerveza y miro unos videos del año del pedo, entre ellos uno de El General, ese que dice: “Tu eres mi mamita, linda y apretadita,” con unas tetonas en corpiño y gorras militares rusas.
Llega Dari y le doy su bolsita. Ni me dice gracias. Me parece raro pero supongo que esta intimidada. No hablamos de nada relevante, principalmente de mi mala suerte con los boliches, “El clima no te ayudo,” dice. No me digas. Me recomienda no volver cruzando por Habana Centro y le digo que igual voy a volver en taxi. Al salir, el gordo que me mangueaba antes insiste en conseguirme un taxi y hasta para un auto que pasa por ahí, “No te preocupés, yo me lo consigo solo.” Dari lo caga a pedos y le dice que se deje de molestar mientras sostiene su bolsita violeta, de Libreria Ross, medio preocupada me pregunta “En que habitación estas, David?” Ella cree que todavía estoy en el Vedado. Le digo que estoy en una casa, que no se preocupe, que suerte, que nos vemos, sabiendo que muy probablemente no la vuelva a ver en la reputísima vida, al tiempo que paro un taxi y me subo.
Mañana es domingo y tengo que estar en el aeropuerto a las 6 de la tarde.

sábado, agosto 11, 2007

Día 12: Las Vegas

Con F caminamos por La Habana Vieja por 5 o 6 horas sin darme cuenta, almorzamos a las 5 de la tarde con un hambre que me moría. Busqué algún lugar que vendan sándwiches sin suerte, solo encontramos uno que tenía unos de mayonesa. Nada más que pan y mayonesa. Me gusta el mix, pero de ahí a pagar por eso en un puesto callejero de la Habana hay una diferencia. Ya desfalleciente nos sentamos en un bar de una de las plazas céntricas, no la de la catedral, la otra. Me como la mejor croissant con jamón y queso de mi vida con el mejor café con leche de mi vida. Con F hablamos de bueyes perdidos viendo la lluvia caer. Cayó todo el día la verdad.
Volviendo para casa me encuentro a Dari, una de las chicas de los gallegos y la que me cayó mejor. Le digo que la encontraba en el bar de su tía mañana a las 10 para darle unas cosas que tengo.

A la noche comemos en el bar del vedado como siempre, en el que estaba, por supuesto, Coco, que nos sentó a un par de jineteras, hablamos un poco con ellas pero no mucho más. F está decidido a comerse alguna antes de volver a Paris, yo a esta altura ya no creo que pase. Nos recomiendan que vayamos a Las Vegas, un boliche a dos cuadras de mi casa, y ahí vamos. Creímos que era un boliche normal pero es uno de estos cabarets cubanos, con una banda de reaggeton en vivo y lleno de jineteras. Es imposible encontrar un lugar normal, también yo le voy a pedir a un pimp y sus chicas que me recomienden un lugar. Apenas llegados una morochita se encaro a F y al minuto le estaba agarrando el bulto. Ya estaba listo. Yo me fui al depto a buscar mi cámara y filmar un poco el lugar. En la puerta, al volver, una mujer me preguntó mi nombre y me ofreció a las dos chicas que tenia con ella. Mo me reconoció pero ya habíamos hablado, dos semanas atrás, cuando estaba con los gallegos en el bar del Vedado.
F se fue con la mina pero yo me quede un rato más.
En la mesa en frente a mi hay una pareja, una jineterita y un negro grandote y panzón de unos 50. Ella me mira como si hubiera posibilidad de algo, cosa que no. Estoy seguro que el negro puede pagarle más que yo, y ella lo sabe, por eso le refriega el culo por la pija mientras me mira.
Salgo del baño y una mina me pregunta si me voy a ir con ella. Le sonrío. Después me dice si puede sentarse a mi mesa. Es muy linda y tiene un peinado alto, tipo Jennifer López, y me dice si puede sentarse con nosotros una amiga de ella, una negrita muy linda también. Perfecto tengo para elegir pienso. Siempre son muy sutiles para encarar y ahí mismo decido irme con ella.

Yo me había pedido un pollo frito y lo compartimos. Era un asco, como comerse un pedazo de madera salado con esas papas fritas que se te clavan en el paladar como cuchillas, pero tenía hambre, y al fin y al cabo es una comida “típica”. En algún momento se fueron diciendo “Ya vengo,” y solo vuelve la otra, la negrita. Me hicieron un enroque de magos. Me doy cuenta de que uno no puede decidir casi nada en La Habana, el sistema funciona como un reloj. Un reloj con forma de red al que no se le ven ni las agujas ni los engranajes.


Medio rendido le pregunto cuanto me cuesta irme con ella. Me dice que 50. Ni quiero regatear aunque se supone que debería, y me voy. En la puerta de Las Vegas hay una especie de bar al paso. Una de las chicas que lo atienden me llama por mi nombre. Le pregunto que de donde lo sabe, aunque supongo que me escuchó decírselo a la mujer de un rato atrás, pero hasta me jode el trabajo que se toma en recordarlo y reconocerme. Me lo dijo un pajarito, me dice. Quiero saltar sobre la barra y cagarla a trompadas. El primer día de F en La Habana, apenas salido del hotel, un tipo que sabia su nombre y apellido termina estafándolo en 150 dólares arreglado con una casa de cambio. No es poca cosa que alguien que no conoces sepa tu nombre. Uno no sabe adonde puede terminar. La red esta de la que hablaba, así como un cubano controla al resto otro controla a los turistas, quizás sean la misma persona. Cuando me caen estas fichas es una mezcla de tristeza y bronca. Dos sentimientos que no quería tener. No acá por lo menos.
Volviendo a “Me contó un pajarito,” le digo que si no me dice quien se lo dijo la voy denunciar a Fidel y me hace un Shhhhh!! Para que me calle, como que no se puede mencionar el santo nombre en vano o algo, y yo grito a ala calle “Viva Fidel!!!” y freakearon mal, como si hubiera gritado, Fidel es puto y Bush se la da por el orto! “Tu dices cosas que no deberías decir,” me dijo cortada. Ma si, anda a cagar. No entiendo a esta isla de mierda.
Uno se mueve por La Habana turística o la verdadera, pero la verdadera no existe, y si la encuentra los cubanos ni te miran. Somos dólares ambulantes y te sonríen si te pueden sacar aunque sea uno, sino no. Dari dice que no tengo suerte con los lugares a los que fui.

sábado, agosto 04, 2007

Día 11: El Diablo Tum Tum

Hoy es 14 de junio, el día del aniversario del nacimiento del Che y ayer ni me fije en el Granma si había actos o algo. No se, la desilusión general, creo que de haber visto algo así no lo hubiera creído real. Otra mentira que a Guevara no le hubiera gustado. Estuve en el Ministerio de Industrias donde trabajó el Che y saque unas fotos. A la tarde fuimos a la cabaña con F y a una casa que esta trescientos metros mas allá donde el Che pasó unos meses que estuvo enfermo pero, por supuesto, igual seguía trabajando el muy burro. Saqué muchas fotos y en todos lados venden mojitos, postales y remeras del Che. En la Cabaña le pregunto a una mujer dónde eran las ejecuciones y abre los ojos como platos, un hombre desde atrás de ella se acerca para contestarme, “Las ejecuciones en los tiempos de los españoles eran...” No, no, no, lo interrumpí, Donde eran las ejecuciones de las que estaba a cargo el Che, aclare, dándome cuenta del tamaño del cagazo a revelar información poco conveniente al turismo. Duda en responderme pero es obvio que todos sabemos de qué estamos hablando y me dijo, “Tratan de no hablar de eso... pero fueron en el foso y otros lugares, en varios lugares, fueron en el foso,” dice al final asintiendo. Se refiere por supuesto al foso que rodea toda la fortaleza de La Cabaña, que tiene unos 10 o 15 metros de profundidad y unos 40 de ancho y rodea gran parte de la muralla externa.
Francoise no puede creer lo que esta viendo y me agradece haberlo llevado y que le cuente todo lo que le cuento. Me la paso hablando de Guevara por supuesto. Con F hablamos en ingles lo que es muy agotador. El ritmo, caminar tanto, hablar en otro idioma cansa mucho.
Pasamos por el Sevilla a ver si encontrábamos a Rosa y Joan, la recepcionista del hotel tiene onda conmigo pero yo fui mi “usual self,” en un rapto de locura podría pasar mañana e invitarla a algo pero me voy en dos días y esto se acaba. Hoy llovió todo el tiempo y el pronóstico dice lo mismo para mañana. Quiero ir a Playa del Este y espero poder el sábado.
Encontramos a Joan y Rosa en el bar del hotel tomando unas cubatas. Ambos son separados y tienen 36 Rosa y 39 Joan que tiene un hijo y ya piensan en retirarse en Cuba. Una jubilación en euros hace milagros en Latinoamérica.
A la noche volví sin Françoise que no quiso, creo que porque está apretado con la guita, no me acuerdo si lo conté pero lo estafaron en 150 euros apenas llegó y hoy los necesita y su tarjeta de crédito acá no sirve.
Nos cagamos de risa toda la noche con el Canijo (Lázaro) el bar del hotel y recomiendo fervientemente los mojitos del Sevilla, en Prado y la calle esa que da al Granma. Decidí que iba a salir con ellos porque como era su última noche juntos supuse que era mejor que salieran solos pero como terminan invitando al Canijo también voy.
Llegamos a un boliche en un edificio oscuro, como dije, no hay luces en La Habana, y Rosa entra a ver como está, porque el de la caja nos dice que hay poca gente y efectivamente nos vamos a la mierda. No me había dado cuenta pero estamos atrás de la Plaza de la Revolución y la imagen gigante del Che a la que veo hermosa y oscura en la noche sola, al contrario de la primera vez, en el rayo del sol.
Vamos al Diablo Tum Tum, 15 dólares la entrada que paga Joan. Joan no me deja pagar nada nunca, no en el hotel ni nada, solo invito un par de rondas en el boliche, que estaba lleno de jineteras. Eran todas parejas o jineteras, cosa que, de nuevo, no tiene mucha onda, además estas están recontrabuenisimas, todas a Maxim, una al lado de la otra. Vestidas mas como modelos que los carteles ambulantes que son las del a calle. Esto es alto nivel. Le pregunto por curiosidad a una, muy discretamente, cuanto costaría “una diosa del caribe como las que están acá,” y me dijo que probablemente no tengan precio. Otra me pide un Red Bull como si me pidiera la hora. No exagero, creo que el tono es el mismo. Se lo di por supuesto. La hora no se le niega a nadie.
Me pongo a hablar con la señora del baño, le digo que Cuba no es lo que me esperaba, me dice, Bueno, esto es El Diablo Tum Tum. Le digo que Igual, vine buscando al Che Guevara y no lo encontré en ningún lado. Me dice, Hay me vas a hacer llorar, y casi lloramos los dos, po los menos se me hizo un nudo en la garganta. Estamos en el antebaño, cada uno sentado en un silloncito antiguo, forrado y cómodo, junto a una mesita con una lámpara que ilumina el platito de las propinas. Una jinetera de estas para Maxim, con rulos dorados y minifalda, y se para adelante mío. Me dice la mujer, amparada por la música que atravesaba la puerta de vidrio que nos separaba del quilombo del a disco y señalando con los ojos a la chica, Ella no necesita hacer eso, podría estar estudiando. Le digo que yo no se nada, pero que probablemente no es culpa de ella. La chica se pone a bailar adelante de mi cara, como bailan las jineteras, de esa forma que te provoca casarte con ellas y darles muchos hijos, como dándole la razón a la mujer del baño sin darse cuenta. Igual no creo que sea su culpa, la tentación es enorme, esta mina puede hacer más de mil euros en un mes cuando un sueldo no supera los 30. Joder, yo lo haría.
Me despido de Rosa y Joan a los besos en el taxi de vuelta, ya borracho y pidiéndoles que me escriban apenas puedan, que ya nos veremos en Barcelona o en Rosario.
Hoy Guevara cumple 79 años. Está escondido en su base secreta en la Micronesia, aceitando sus AK-47 y dándoles a leer un libro por semana a sus soldados de todo el mundo. Comen de lo que siembran y cazan y cosen sus Hugo Boss para pasar desapercibidos en Washington, mientras aprenden a hacer molotovs y miras infrarojas.