sábado, agosto 11, 2007

Día 12: Las Vegas

Con F caminamos por La Habana Vieja por 5 o 6 horas sin darme cuenta, almorzamos a las 5 de la tarde con un hambre que me moría. Busqué algún lugar que vendan sándwiches sin suerte, solo encontramos uno que tenía unos de mayonesa. Nada más que pan y mayonesa. Me gusta el mix, pero de ahí a pagar por eso en un puesto callejero de la Habana hay una diferencia. Ya desfalleciente nos sentamos en un bar de una de las plazas céntricas, no la de la catedral, la otra. Me como la mejor croissant con jamón y queso de mi vida con el mejor café con leche de mi vida. Con F hablamos de bueyes perdidos viendo la lluvia caer. Cayó todo el día la verdad.
Volviendo para casa me encuentro a Dari, una de las chicas de los gallegos y la que me cayó mejor. Le digo que la encontraba en el bar de su tía mañana a las 10 para darle unas cosas que tengo.

A la noche comemos en el bar del vedado como siempre, en el que estaba, por supuesto, Coco, que nos sentó a un par de jineteras, hablamos un poco con ellas pero no mucho más. F está decidido a comerse alguna antes de volver a Paris, yo a esta altura ya no creo que pase. Nos recomiendan que vayamos a Las Vegas, un boliche a dos cuadras de mi casa, y ahí vamos. Creímos que era un boliche normal pero es uno de estos cabarets cubanos, con una banda de reaggeton en vivo y lleno de jineteras. Es imposible encontrar un lugar normal, también yo le voy a pedir a un pimp y sus chicas que me recomienden un lugar. Apenas llegados una morochita se encaro a F y al minuto le estaba agarrando el bulto. Ya estaba listo. Yo me fui al depto a buscar mi cámara y filmar un poco el lugar. En la puerta, al volver, una mujer me preguntó mi nombre y me ofreció a las dos chicas que tenia con ella. Mo me reconoció pero ya habíamos hablado, dos semanas atrás, cuando estaba con los gallegos en el bar del Vedado.
F se fue con la mina pero yo me quede un rato más.
En la mesa en frente a mi hay una pareja, una jineterita y un negro grandote y panzón de unos 50. Ella me mira como si hubiera posibilidad de algo, cosa que no. Estoy seguro que el negro puede pagarle más que yo, y ella lo sabe, por eso le refriega el culo por la pija mientras me mira.
Salgo del baño y una mina me pregunta si me voy a ir con ella. Le sonrío. Después me dice si puede sentarse a mi mesa. Es muy linda y tiene un peinado alto, tipo Jennifer López, y me dice si puede sentarse con nosotros una amiga de ella, una negrita muy linda también. Perfecto tengo para elegir pienso. Siempre son muy sutiles para encarar y ahí mismo decido irme con ella.

Yo me había pedido un pollo frito y lo compartimos. Era un asco, como comerse un pedazo de madera salado con esas papas fritas que se te clavan en el paladar como cuchillas, pero tenía hambre, y al fin y al cabo es una comida “típica”. En algún momento se fueron diciendo “Ya vengo,” y solo vuelve la otra, la negrita. Me hicieron un enroque de magos. Me doy cuenta de que uno no puede decidir casi nada en La Habana, el sistema funciona como un reloj. Un reloj con forma de red al que no se le ven ni las agujas ni los engranajes.


Medio rendido le pregunto cuanto me cuesta irme con ella. Me dice que 50. Ni quiero regatear aunque se supone que debería, y me voy. En la puerta de Las Vegas hay una especie de bar al paso. Una de las chicas que lo atienden me llama por mi nombre. Le pregunto que de donde lo sabe, aunque supongo que me escuchó decírselo a la mujer de un rato atrás, pero hasta me jode el trabajo que se toma en recordarlo y reconocerme. Me lo dijo un pajarito, me dice. Quiero saltar sobre la barra y cagarla a trompadas. El primer día de F en La Habana, apenas salido del hotel, un tipo que sabia su nombre y apellido termina estafándolo en 150 dólares arreglado con una casa de cambio. No es poca cosa que alguien que no conoces sepa tu nombre. Uno no sabe adonde puede terminar. La red esta de la que hablaba, así como un cubano controla al resto otro controla a los turistas, quizás sean la misma persona. Cuando me caen estas fichas es una mezcla de tristeza y bronca. Dos sentimientos que no quería tener. No acá por lo menos.
Volviendo a “Me contó un pajarito,” le digo que si no me dice quien se lo dijo la voy denunciar a Fidel y me hace un Shhhhh!! Para que me calle, como que no se puede mencionar el santo nombre en vano o algo, y yo grito a ala calle “Viva Fidel!!!” y freakearon mal, como si hubiera gritado, Fidel es puto y Bush se la da por el orto! “Tu dices cosas que no deberías decir,” me dijo cortada. Ma si, anda a cagar. No entiendo a esta isla de mierda.
Uno se mueve por La Habana turística o la verdadera, pero la verdadera no existe, y si la encuentra los cubanos ni te miran. Somos dólares ambulantes y te sonríen si te pueden sacar aunque sea uno, sino no. Dari dice que no tengo suerte con los lugares a los que fui.