jueves, junio 28, 2007

Día 4: El Largo Adiós

Los gallegos y yo hicimos el check out del hotel a las 10 de la mañana del mismo día y les dije que me esperen 15 minutos que iba a dejar las cosas en la casa en la que alquilaba la habitación que estaba a un par de cuadras. Cuando volví ya se habían ido, “Se acaban de subir a un taxi,” me dijo un seguridad. Me dio una amargura bárbara, estos gallegos me habían cagado. Se iban a eso de las 5 y la idea era que andaríamos juntos por las pocas horas que les quedaban, que no era mucho, pero la sensación de abandono fue terrible.

Me fui a recorrer la Habana Vieja de la que solo había visto la zona del Capitolio y el Museo de la Revolución.

Habana Vieja es muy linda, los edificios importantes están mayormente restaurados y el ambiente es para turistas, hay calles recomendables como Obispo, Mercaderes, y todas en general, si uno se sale de esas mas turísticas están las clásicas casas venidas a menos, apuntaladas, construcciones imposibles y esas cosas. Muy lindo todo, pero yo estaba pensando en lo solo que me había quedado.

Yo sabia que el plan (muy sui generis) de los gallegos era dar unas vueltas por la Habana Vieja pero después de dos horas encontrarlos era imposible, no? no? bueno me los encuentro al doblar una esquina, “Gallegos cagadores,” les dije. “Hey bla, bla, te hemos esperado tres cuartos de hora y nos hemos ido,” no me di cuenta que había tardado tanto. Quisimos tomar unas cervezas y por equivocación nos metimos en una heladería, así que nos tomamos unos helados.

Nos fuimos a comer al Oasis donde Fernando había conocido a su “novia,” y habían hecho otras también “amigas” (disculpen el uso excesivo de comillas pero sino escribo “jinetera” (de nuevo) cada 10 palabras). La novia de Fernando apareció por casualidad, su tía trabaja ahí, tenia puesta la misma remera del día anterior.

Mas tarde nos despedimos formalmente y ya la cosa fue distinta. El duelo fue instantáneo. Unos chavales muy divertidos Humberto, José Luis, Fernando y Jaime.

Me interne en la habana Vieja de nuevo y ahora si solo y la vi con otros ojos. Me alucinó.

Esos negritos jugando al baseball entre edificios de, no se, un par de centenares de años, no tengo idea. Hay casas con casillas construidas adentro y la gente se apiña en ventas de pizzas y jugos y sándwiches de cerdo riquísimos y tienen un pan tan amarillo que me da asco solo de acordarme. Las calles son anchas como para carretas y los edificios son monumentos y las iglesias son gigantes antiguos. Habana debe haber sido una megalópolis en su tiempo, 100, 200 años atrás. Si este mundo no fuera este mundo Habana sería... ¿Que hubiera pasado si los planes de Guevara hubieran fructificado? Si hubiera triunfado en Congo y en Bolivia y así seguir con otros lugares, 2, 3, muchos Vietnam, y cada nuevo país pidiendo consejo Cuba, a La Habana. Y Cuba en dos o tres décadas se hubiera convertido en la guía moral del mundo, gobernada por un consejo de sabios revolucionarios que se ocuparían de que todo el mundo lea y coma siempre. ¿Cuantos hombres hubieran muerto en la guerra contra el emperador? Muchísimos, pero sin duda hoy morirían muy pocos, solo de viejos. Recorriendo la Habana Vieja me dio algo en el pecho y se me hizo un nudo en la garganta un par de veces de solo ver e imaginar.

Ya no me hubiera importado quedarme los 20 días del viaje en La Habana. Además tenía un dilema con las jineteras, no me sorprendería si volvía virgen de Cuba. Por cierto, las habaneras en general parecen jineteras, son muy exóticas y faroleras. El caribe no es Argentina.

La habitación nueva esta muy buena y tiene vista al malecón. ¿Cuanto hace que planeo esto y estaba en una habitación con vista al mar de La Habana? Más allá de los altibajos anímicos pensaba que la experiencia iba a estar muy buena. Aunque todavía tenía un poco de miedo. No quería salir de noche, no sabía si por no gastar, las jineteras (que medio me deprimía la cosa), o el miedo a aburrirme. Anote en el diario: “¿Dije que me arrepiento de haber venido solo?”

Fui a cenar al bar del Vedado, en el que había pasado todo el día anterior, el pelado de la noche anterior con sus jineteras (una era para morirse) estaba ahí y me las ofreció. Le dije que no gracias. Me dijo que para qué había ido a Cuba si no era para buscar chicas, le dije que había ido a buscar a Guevara y se rió de mí. Me dijo que él le había dado la mano de niño cuando el Che visito su escuela y citó de memoria la carta de despedida del Che a Fidel y dijo, “Me siento muy identificado con su pensamiento.” Le pregunte si no era una contradicción, Guevara y, le hice el gesto que me había hecho él antes al ofrecerme las chicas, ondear las dos manos como recorriendo la silueta de una guitarra, una Coca Cola, una jinetera. Asintió mirando un horizonte inexistente.
El pelado se llama Coco y es una especie de Cristopher Walken negro, con la cabeza rapada y un lunar bastante asqueroso en la mejilla derecha. Tiene una cicatriz muy fina desde el lado derecho del labio superior hacia ese lunar y el antebrazo izquierdo cosido de cicatrices del codo a la muñeca, cicatrices como las de los presidiarios cicatrices, de esas que se hacen para pasárselo en la enfermería con mejor comida y cama.

Por la tarde también me compré un par de tomos editados en el 85 de Guevara, Obras escogidas, 1957-1967 a 20 dólares y un librero de la calle me ofreció “Una revista firmada por la viuda del Che, Adelaida,” Aleida, le dije, “Si, ella,” dijo.
Soy un tipo raro en Habana, no quiero chicas, ni tabaco, ni oro blanco. Quiero a Guevara, pero Guevara es un ser mitológico, un templo en ruinas y descuidado por el que los turistas pasan, sacan unas fotos y siguen.

miércoles, junio 27, 2007

Cuba, día 3: Lluvia

Amaneció lloviendo y no paro en todo el día. Nos juntamos tipo una del mediodía con los gallegos en el bar de la noche anterior y esperamos hasta las 3.30 a unas “amigas” de estos. Era su penúltimo día y lo querían pasar con las que mejor habían estado en la semana. Ok, estarán buenas pensé. Tres negras de las que solo zafaba una, “No me molestaría pasar todo el día con ella,” dijo Fernando, y así fue. Estaba linda de verdad y me cayo simpática, Dari, recuerden ese nombre. Aparentemente las chicas se ponían las pilas y por esto fueron las elegidas. Comimos en el restaurante del hotel y yo de nuevo pagando por las jineteras ajenas. Una de ellas terminó su plato de pollo a la plancha en 120 segundos, lo que me deprimió un poco, eso no era gula.
A todo esto, Jaime no tenía chica, así que nos la pasamos hablando de historia hispanoamericana y costumbres en nuestros respectivos pueblos. Estos golfos se dedican solo a putas, su salida del fin de semana es putas y por supuesto, ninguno tiene novia ni es casado a sus treinta y pico 40. Putas, putas, putas. Las hay argentinas, paraguayas brasileras, checas, húngaras, lo que sea. Y eso solo en su pequeño pueblito.
Como dije, nos pasamos todo el día en el bar, que estaba arriba del restaurante en el que comimos, tomando mojitos que para prepararlos el barman sacaba la hierbabuena de un cantero que tenía ahí, al lado de donde estábamos sentados. En algún momento llego un pelado con dos jineteras, una estaba remil buena. El pelado tenia una camisa que si no era de seda le pegaba en el palo. A la noche tipo una, después de pasar 12 horas en el puto bar, salimos a dar una vuelta, pero yo los deje después del primer par de cervezas, estaba cansado y estos seguramente se iban a ir de putas y yo ya me había hecho toda una idea sobre eso. Guevara me miraba desde el cielo. Los dejo y a la media cuadra cruza la calle y se me acerca un pelado, no el de la noche anterior ni el de unas líneas arriba, otro, y me dice, Hey argentino, que paso anoche? Que paso con que? le dije. Anoche que no te fuiste con tu chica, dijo, Como? Anoche que los robaron, dijo. Lo mire para ver si lo conocía, creí que era el pelado que nos había traído a las minas pero no, nunca lo había visto creo, y este tipo sabía demasiado. Nada, le dije, no vine a Cuba a buscar mujeres y una de las minas le robo a uno de los gallegos. No se si solo quería dejar en claro que sabia todo lo que sabia o que, pero dijo un Ah ok, y se volvió a su lado de la calle. A todo esto, las calles son oscuras, como sistema de ahorro el alumbrado público no esta encendido en La Habana, así que las únicas luces son las de los frentes de los edificios y casas, yo todo se ve como si una banda de zombies va a aparecer corriendo hacia uno en cualquier momento. Pero no hay una sensación de inseguridad, por lo de “dos millones de habitantes, un millón de policías,” sino no se como seria la cosa.
Volviendo al pelado, saben todo lo que yo sé de ese tipo. No se quien era ni como sabía lo que sabia. Supuse que los de seguridad del hotel me habían señalado con el dedo y le dijeron, Este es argentino y bla bla bla. La noche anterior había tenido un breve entredicho con estos personajes aclarándoles que lo de las jineteras y su parte, era todo un presupuesto para mi, y me dijo uno (eran 3), Ustedes están 3 a 1 con el dólar, no? Si le dije, me sorprendió se cultura en economía internacional. Bueno, dijo, nosotros estamos 25 a 1, así que no me vengas con presupuestos. Debería haberle dicho que yo no cobraba el equivalente a un sueldo por estar sentado y dejar pasar putas a las habitaciones, pero uno no se pone a discutir con la seguridad de su hotel. Al otro día confirmé que todos estos eran la red, y nosotros, los “turistas,” éramos los pescados. Las jineteras se conocían con los guardias por nombre, el pelado sabía todo del episodio de la noche anterior, y yo que veo a los negros todos iguales ni siquiera sabía con quien estaba hablando.

martes, junio 26, 2007

Cuba Día 2: Cuba 9, España 4, Argentina 0

Cruce unas palabras con un par de alemanas que me miraban como si las quisiera robar asi que la conversación fue bien corta. Ni siquiera sabían sobre la doble moneda que tienen los cubanos, que por si no lo saben (no es necesario si no van a ir), el peso Nacional está 25 a 1 con el dólar así que cobran entre 20 y 35 dólares por cabeza lo que en teoría les debería alcanzar para comprar lo necesario para vivir impuestos, etc. no para “objetos suntuarios” que es tooooooodo el resto. La otra moneda es el peso Cubano Convertible, CUC, mas acara que el dólar y mas barata que el euro, que es para uso de los turistas y los cubanos que puedan conseguirlo, sea con negocios privados (taxis, putas o lo que sea), mangueando, o mercado negro, pero es muy visible entre los cubanos, no es que no hay, y uno se termina preguntando cual es el curro de un cubano que paga 15 dólares la entrada a un boliche.

A la tarde fui al museo de la revolución que no es gran cosa, excepto un par de objetos de la guerra revolucionaria propiamente dicha y el Granma en si mismo, no hay nada, es todo fotocopias en vitrinas. Está mayormente dedicado a Fidel lo que me sorprendió al principio pero termino teniendo mucho sentido al final. Un detalle fue el traje espacial del primer (y único supongo) cosmonauta cubano, lo que parece un chiste carísimo. Los cubanos, como los argentinos, no deberían ir al espacio, la gente puede pensar que es una comedia.

Sobre el malecón me ofrecieron jineteras a 30 dólares mas 10 la habitación, “Puedes hacer el amor toda la noche.”

El malecón es el lugar al que vuelvo casi por instinto, La Habana en general es medio triste. Esos edificios monumentales venidos a menos me hacen pensar en lo que podría haber sido y se te caen las lagrimas. Se tan solo hubiera habido pintura, cemento e impermeabilizantes la lluvia no se hubiera comido esos monumentos. Habana Centro, el barrio siguiente a Habana Vieja, con edificios de unos 100 años, literalmente se cae a pedazos y los esfuerzos por mantener la ciudad están en la Vieja, lo que hace completamente incierto que será de ese otro barrio. Donde estaba yo, Vedado, está mejor conservado pero es más nuevo.

Hizo calor todo el día pero no fue insoportable, más como hace en Rosario un día de calor y humedad.

Fui a ver a Lourdes que alquila una habitación, 20 dólares por día, la que me recomendó Rama, y me cayeron bien ella y su hija, así que la señé. Pasado mañana tomo posesión, de la pieza, no de la hija, que tiene bigote. Al salir de ahí, tipo 8 de la noche, caminé por el malecón (la casa esta a media cuadra y mi habitación tiene vista al mar) y en la Tribuna Antiimperialista, me hice amigo de unos españoles, Fernando, Humberto, Jaime y José Luis. En seguida estábamos como chanchos y por reputísima casualidad estábamos alojados en el mismo hotel, pero ellos en otra ala del edificio que yo ni sabia que existía. Eran clásicos turistas sexuales, a 2 o 3 jineteras por día y ni el Museo de la Revolución vieron. 3 jineteras en un día es mucha guita, a 20 cada jinetera y 20 de coima a la seguridad del hotel (porque no pueden entrar teóricamente), son 40 por polvo, 120 dólares por día (recuerden que es un dólar caro, digo dólares para no confundir y redondear para abajo, pondría decir euros). Un hecho aparte que me rompió los huevos es los chupasangres de la seguridad que sin chupar una pija cobraban lo mismo, me pareció “injusto” para las minas digamos, además las tenían cagando. Noté enseguida que un cubano con poder forrea a otro cubano siempre que puede. Lo de la seguridad es una cagada, son los que saben absolutamente todo de todos los huéspedes del hotel y te junan desde 100 metros sin que te des cuenta. Por ejemplo, esta prohibición de que las jineteras entren a las habitaciones es totalmente ficticia, una (hermosa) estuvo sentada toda una noche en el lobby del hotel simplemente esperando a que alguien se disponga a contratarla, y los de seguridad por supuesto la habían puesto ahí para agarrar su tajada, sin chupar ninguna pija, recordemos.

Anyway, comimos con los gallegos en un bar abierto del hotel muy lindo y barato (5 dólares), yo comí una “bocata de atún.” Pero también tenían unas pizzas re finitas como para una por cabeza. Siempre había cubanos comiendo en este bar e incluso estaban alojados, de nuevo, de donde sacan la plata para pagar no tengo ni idea. Los gallegos me informaron de varios detalles de precios en general, “Come aquí que es barato, o en el Oasis que es barato también, o allá abajo que hay un restaurante a estos precios también, no pagues una cerveza mas de 1.25,” y etc.

De ahí fuimos a El Conejito, un bar que les habían recomendado. Llegando un pelado le pregunto a Humberto que cómo le gustaban las chicas, “Pues como sea, me da lo mismo si son negras o morenas, o rubias o blancas.” Esto, en cubano, quiere decir que apenas nos sentamos en el dichoso Conejito (en el que solo había otra mesa ocupada) nos trajera 4 jineteras, contara rápidamente con el índice, y saliera a buscar otra, ya que nosotros éramos 5. Una daba ordenes e hizo que ellas se sentaran uno si, uno no. Como yo no iba a “consumir,” le cambie de lugar Fernando. La mía estaba mucho mejor que la suya, en realidad era la mas linda, una especie de blanca con colores de negra, no podría explicarla, medio turquita supongo, aunque no lo era. Le pregunte a la mía (que no estaba mal) si la que daba ordenes era su jefa y me dijo que no conocía a ninguna de ellas, que ella estaba en la esquina “esperando el bus” y la trajeron. Las jineteas no admiten que son prostitutas hasta último momento cuando hay que arreglar el precio. Putas con orgullo, me las describió Víctor, de 16 años, el cubano mas sensible e inteligente que me crucé en toda la Habana.

Es común que uno se pase un día entero, o todo el viaje con ella, siempre y cuando la mantenga. Además, de sentadas, bailan como si cogieran, imagínense como bailan de paradas. Mucho reggaetón, mucho Shakira, mucho Beyonce.

En el conejito las jineteras pedían tragos como si fuera el último día, que cuaba libre que Red Bull, que cigarrilos. Uno de los pasos del “cortejo” es invitar a la jinetera a comer o tragos o lo que sea. Algunas lo piden respetuosamente, algunas solo el primero. Es, de nuevo, un tongo con el bar. Terminamos pagando 75 dólares, 15 por cabeza solo de bebidas. Habiendo ya gastado esa guita sin ver una teta y por el solo hecho de enfiestarme con mis nuevos amigos gallegos decidí que me iba a coger la mía, lástima haber cambiado de jinetera, aunque me parecía caro y mi economía no daba para tanto y “a Guevara” no le gustaría, “me enloquecí.” Igual, que cuando toca subir me paran los de seguridad y piden sus 15 dólares, los gallegos habían arreglado 15 por cantidad supongo, y me frene en seco, no sabia bien como era esto y me hincho las pelotas, y hasta, de nuevo, el guardia medio que me forreo, los cubanos, comprobé, también forrean a los turistas si pueden. Fue demasiado, se me apilaron todas las fichas en la cabeza, Guavara, las estrías en la panza de la mina, los 15 mas los 20, mas los 15, mas la forreada. Me di media vuelta y me fui, y ella que “No me hagas esto, tengo un hijo, no hago esto porque me gusta.” Perfecto. Lo pensé un segundo y como un gil arrogante le dije que se iba a acordar de mi toda su vida, y le di 10 dólares.

ME fui al bar a esperar a los gallegos y bajo el primero puteando por que la suya, “La Jefa” se puso a dar gritos y berrinches en el ascensor subiendo con los guardias, “Que yo no soy una puta, que bla bla!” que le tuvo que dar 10 dólares para su taxi y que se vaya.

Los otros bajaron con su historia. Una de las jineteras (la que me gustaba a mi) les había robado 80 dólares y el reloj y se fueron, Jaime se dió cuenta y bajando los 6 pisos por las escaleras como en las películas las agarraron en la puerta. Breve discusión con los guardias y amenazas de policía hicieron aparecer la plata.

La chica de Humberto, una señorita muy gentil, propuso, si a Humberto no le molestaba, satisfacer a José Luis, ya que La Jefa se había ido sin proveer de la materia prima. Y así fue. Mas calmados los ánimos apareció otra jinetera, no me acuerdo el nombre, que se enamoro de mi y quiso sacarse una foto conmigo.

Próximamente: Día 3, como pasar un dia sentado en un bar de La Habana.

domingo, junio 24, 2007

Cuba, Día 1: "Bienvenido a La Habana, dos millones de habitantes, un millon de policías."

Me voy a saltear detalles del vuelo y esas cosas para ir directo a La Habana, pero sobrará decir que en el asiento de mi derecha estaba sentada una cubana de unos 55 años que, en su tono tranquilo y espaciado, casi no paro de hablar en todo el viaje. Una buena mujer pero chupacirios y, “¿Me vas a invitar a ir a Rosario, David?” hay que invitarlos para que les den permiso para salir entre otros requisitos. Por supuesto Lidia, esperá sentada. Al sobrevolar los cayos no falto el, “Aquí solo pueden entrar ustedes, nosotros lo tenemos prohibido.” El “ustedes” es omnipresente. Los turistas en La Habana parecen la mitad de la población y si yo fuera habanero también me sentiría invadido. En aduanas del aeropuerto José Martí me pidió por favor que le pase dos bolsos, “Porque a nosotros no nos dejan entrar mas que tantos quilos y a ustedes (los turistas mimados del gobierno) todo lo que quieran,” no sé que estaba pensando pero los pasé. Supuestamente era comida y boludeces. La verdad es que daba pena, unos de sus bolsos de mano era uno de plástico, esos de las tiendas. Los cubanos se te hacen los más grandes amigos de tu vida en el tiempo que le des, y varias horas es más que suficiente. Lidia me dio su mail y dirección y conocí a su hija que la fue a buscar y estaba buena, ya vería si le hacia una visita, solo por su hija. Anyway, que ni llegado a Cuba ya me habían mangueado una invitación a Rosario, pasar dos bolsos por aduana y ya había dado (voluntariamente digamos) 8 pesos para que la vieja compre un regalo a su nieto en Ezeiza, ahí fue donde la conocí, no en el vuelo.

Ni bien salgo del hotel Vedado, me voy a caminar por el malecón que estaba a dos cuadras. Enseguida se me acopla un cubano que, “De que parte de España sos? Oh, argentina, la tierra de Maradona y Gardel? Cuanto hace que llegaste? Recién? Entonces todavía no probaste el mojito cubano? Vení que te llevo a este bar donde hacen el mejor mojito. Es un minuto, no podes perderte este mojito.” El cubano me lleva por Habana Centro, una de las peores partes de La Habana pasando por un pasaje pintado de colores que ya vi en todas las fotos habidas y por haber e insistía conque “tire fotos.” No gracias. Yo sabía que son muy mangueros y me había propuesto ver hasta donde llegaba este muchacho sin que me saque un dolar. Cuando le pregunté de qué trabajaba me dijo que era mecánico pero que estaba de vacaciones. Por supuesto. Me llevó a un bar que estaba completamente vacío, excepto por sus 5 o 6 mozos vestidos de pantalón y chaleco negro y camisa blanca como todos los gastronómicos de Cuba, sea que atiendan un puestito de mierda en la calle o un restaurante de primera. Los mozos me miraron como 5 zorros mirarían a una gallina entrar a su madriguera. En ningún momento sentí una amenaza, sabia que La Habana es muy segura, de hecho una de las líneas que escuché con mas frecuencia por parte de estos tipos que se te acercan a manguearte es, “Bienvenido a la Habana, dos millones de habitantes, un millón de policías.” La cosa es que el cubano me mostró este bar que quizás en algún momento del día/semana se ponga bueno, pero en ese momento era una trampa cazabobos. Había unas pinturas de bailaores flamencos en la pared absolutamente horribles y un tablao en el medio del salón. Le dije que me iba y el petiso atolondrado, “Eh, pero David, no te vas a tomar un mojito?” No. “No te vas a tomar el mejor mojito de la Habana?” No. “Y para que vinimos?” Vos querías venir. “Pero amigo, no me vas a invitar un mojito?” No. “Adonde vas? Te acompaño.” Le puse una mano en el hombro, lo mire a los ojos y le dije, No. La cosa es así: atraen un turista y sencillamente le hacen pagar mojitos o cubas libres a lo pavote. El que toman ellos probablemente este diluido, o no, no importa, pero el hecho es que toman como camellos y el turista, con el poderoso euro, no puede negarse ante un pobre cubano que no vio el mojito en su vida “Porque son muy caros para nosotros, que cobramos solo 25 dolares por mes.” Una pareja que conoci unos días mas tarde que cayo en esta misma artimaña termino pagando 140 (ciento cuarenta) dólares en bebidas a otra pareja de cubanos que se habían “hecho amigos” en la calle.

Como pude volví sobre nuestros pasos hasta el malecón para que otro tipo me volviera a agarrar para venderme puros y chicas, o una habitación mas barata que el hotel, y langosta mas barata que en los restaurantes, a 15 dólares, bla bla bla. No me acuerdo la cantidad de estos que me tuve que sacar de encima. Muy pronto la pregunta del millón fue, “Que mierda hago acá solo?” No había respuesta todavía.

Más tarde se largó a llover y me agarró por unas galerías en el Paseo Prado (o Martí). El paseo que es un gran boulevard copia del Prado de Madrid creo, con sus pares de leones por esquina, es decir 4 por calle, debe haber mas de 20 leones en total. Estuve como una hora paviando por ahí y mirando a los “cubanos de verdad,” no a los vendedores de jineteras del malecón. Vi a los niños en sus uniformes escolares y a las niñas en sus shorts-pollera de secundaria, “conmovedoras.” Los cubanos, pequeños y boludones grandotes, corrían por el boulevard y se tiraban de panza a deslizarse por la superficie mojada como los pingüinos. Pingüinos en el caribe, se que no pega.

Llegando de vuelta al hotel me encontré a dos cubanos, de nuevo sobre el malecón, y me puse a hablar con ellos. Al fin gente de verdad, pensé, para esto vine. Hablamos de como estaba la cosas y la miseria, y que la guita no alcanza. Ellos le sacaron mano a Fidel y yo a Kirshner, de quien sabían el nombre. Que cubanos mas informados, pensé. Me ofrecieron la bendita langosta a 15 dólares y pensé que como algo iba a tener que comer y, en definitiva, tenía que probar la puta langosta, iría al Paladar que me recomendaban. Me habían caído bien. “Si llevamos gente nos dan un poco e comida, unas libras de arroz.” Ok, ahí nos vemos. También me ofrecieron habitación en La Habana y Varadero pero mas gentilmente digamos que el resto de los tipos que me encararon a lo largo de la tarde, a esta altura eran las 8 del a noche. Yo recién llegaba y no tenía mucho plan hecho, todo podía ser, aunque le dije que Varadero y chicas no estaban en mis planes. Salió en la conversación que puestos nosotros tres en un boliche con 40 dólares cada uno, las mujeres irían a mi como turista y ni los mirarían a ellos. El resentimiento latente contra los turistas. “Uno las entiende, el cubano no puede ofrecerles nada, no tiene dinero y un turista las puede llevarla a cenar a algún lugar lindo o incluso sacarlas del país eventualmente.”

En la calle noté que las cubanas ni me miraron, cosa que creí iba a ser al revés, pero lo cierto es que no se pueden dar el lujo de que un turista les hable ya que la policía se las puede llevar a registrar sus datos y soltarlas, acusándolas de jinetear, por el solo hecho de hablar con un turista. Los cubanos pueden ir de la mano con mujeres turistas tranquilamente. Residuos de una sociedad sumida en la prostitución y ultramachista.

A la noche invité a estos dos cubanos a sendas cervezas y me comí mi langosta, no los invite a comer a ellos, cosa que supongo esperaban, a pesar de que dejaron entrever que no habían comido, “Acostúmbrate, aquí es así,” me dijo uno, habalndo del hecho de no comer. En el menú el pollo estaba unos 10 y el cerdo unos 12 dólares, la langosta era lo mas caro de los 4 o 5 platos, 15 dolares. A todo esto, el Paladar en el que estaba es, como todos, básicamente una habitación de una casa de familia hecha restaurante, “Cubano de verdad.” Están autorizados por el gobierno y pagan sus impuestos y todo, pero el detalle que nadie menciona a los recién llegados es que son carísimos y es simplemente una estafa, en el sentido literal de la palabra. Un cubano lleva a un turista al paladar, dice que no comió y el turista lo invita a comer, y uno puede terminar gastando unos 40 dólares o más, dependiendo de que coma y tome. Todo bien, si no fuera que se gasta la mitad o menos comiendo en un restaurante o algún hotel, no en todos, pero si en muchos. De esto me enteré sumando dos mas dos al otro día, cuando conocí a los 4 Gallegos Jineteadotes del Apocalipsis.

lunes, junio 11, 2007

Volver, con la Frente Marchita

en un sencillo pero emotivo acto adelante mi vuelta a argentina una semana, el domingo 17 estoy en casita y por fin entiendo a los que me preguntaron extrañados, "te vas solo?" no me voy mas solo ni a la esquina. no hay una explicacion sencilla. esto no es todo lo que esperaba y si quizas fuera de la habana no sea el sangrado de turistas eterno no tengo ganas de recorrerlo onanistamente. cuando con los unicos que hablas son jineteras o cafishos o vendedores de puros uno termina por incharse las pelotas. el che guevara no esta aca, es como buscar a aquiles en grecia, son estatuas a las que la gente les tira flores.
seguramente volvere y sere millones, pero no solo. nunca crei que iba a tener tiempo de extrañar a nadie pero sin embargo asi es, con tiempo o no, a cada rato hay un, "huy! como le gustario esto a tal, o tal otra cosa a tal otro."
soldado que huye sirve para otra guerra
besos y abrazos
david

viernes, junio 08, 2007

La Habana es innombrable

No tengo palabras. Edificios con pórticos y columnas gigantescos frente a otro similar en calles anchas como para dos carretas, y se merecerían tener una plaza adelante cada uno de ellos, y si así fuera Habana tendría el tamaño de toda Cuba, fue fundada en el 1519 cuando en Argentina no había argentinos. No parece otro país, parece otra dimensión. Todos suponen que soy español, por supuesto, o italiano o de algún país del este, nunca Argentino. Estoy pensando en cortarme el pelo a la cubana para que dejen de intentar venderme puros. Todas las cubanas parecen jineteras, lo que es un elogio, son hermosas y faroleras, todo es brillo y colores chillones; esto de caminar todo el día y comer arroz con frijoles me vendría muy bien.
Voy bien de gastos pero estoy más solo que Adán, anduve con unos golfos gallegos que se cepillaron media Habana, ni al Museo de la Revolución fueron, todo cerveza, mojitos y chicas. Ayer mismo un pelado me ofreció chicas dos minutos antes de citarme a Guevara, le pregunté si no era una contradicción y asintió mirando a la nada como si no se hubiera dado cuenta.
Camino por las calles que tanto extrañe sin haberlas visto nunca y una mano me aprieta el corazón y la otra la garganta, por dentro, ustedes me entienden.
Podría quedarme en Habana los 20 dias, supongo que voy a partir para Santiago la semana que viene pero no se la verdad.
Estoy parando en una casa muy linda con vista al Malecon, no en frente, pero se ve el mar. Llovió bastante pero no importa por ahora.

Me acuerdo de todo el mundo y los extraño, les mando muchos besos a todos.

domingo, junio 03, 2007

Cuba

En dos horas me pasa a buscar el transfer que ha de llevarme a Ezeiza y mi vuelo parte esta noche, madrugada del lunes, a la 1.20. 8 horas después deberia estar aterrizando en la Habana si todo sale bien y no caigo en una isla rara, como Lost, y termino comido por un oso polar, o en los andes, como Viven! y termino comiendome una compañera de vuelo. Igual prefiero La Habana.
La semana estuvo por supuesto movida. Preparando cosas, comprando ropa de verano en pleno invierno y despedidas con amigos/as varias.
Pasé de una excitacion frenética a una especie de angustia onda "Este viaje no va a ser lo que espero" (supongo que son nervios pre-aventura), el estado en el que me encuentro ahora es de excitacion moderada.
No creo que postee demasiado desde alla pero voy a tratar de hacerlo.
Todo esta bajo control.
Nos vemos en 20 dias sino antes.
Hasta la victoria, siempre.